¿Cómo podemos responder desde el arteterapia a una situación de trauma?

 
 

En las últimas décadas, se está comentando y tomando conciencia cada vez más de las consecuencias del trauma, de las diferentes clases de trauma y su tratamiento en los más variados enfoques terapéuticos. Por supuesto, el tratamiento de una persona con un trauma siempre tiene que estar en manos de expertos, de un equipo preparado y especializado. En un trauma agudo, en un estado de shock, se requiere asistencia médica, psicológica y un sólido apoyo social, en el que caben actividades artísticas-terapéuticas para ofrecer vivencias intensas, de una actividad autodeterminada que contrarrestan la situación vivida como amenazadora y sobrecogedora. Pero en muchas ocasiones se nos presenta una persona sin tener un diagnóstico concreto, y solo tras un trabajo artístico-terapeutico se descubren las huellas de experiencias traumáticas en el pasado, lo que hoy se denomina PTSD (posttraumatic stress disorder).

 
 

¿Cómo podemos responder desde la arteterapia a una situación de trauma cronificada?

No se pueden dar indicaciones en un texto breve, pero podemos explicar que desde el trabajo arteterapéutico tenemos la posibilidad de enfocar y desarrollar aquel aspecto de la personalidad que le puede ayudar a fortalecer su ser, llevar a una experiencia de su autovalorización más positiva, aprender a guiar la mirada hacia las tres grandes fuerzas sanadoras: verdad, belleza, bondad. El acompañamiento de una persona traumatizada solo con arteterapia no será suficiente, y será un proceso largo que requiere mucha confianza; pero podemos siempre apoyar un proceso proporcionando experiencias esclarecedoras a través de la vivencia artística, encontrar una nueva orientación y descubrir nuevos valores.

 
 

Los ejercicios de pintura guiados que recomendamos en estos casos, pueden ser variados y dependen de la persona con la que estamos trabajando, pero suelen ser de carácter meditativo y personal. Tratan de encontrarse con la oscuridad, podemos usar los azules, violetas o índigos e incluso el negro, que nos facilitan los procesos de introspección. Después de encontrarnos con la oscuridad, es importante implementar en el ejercicio un camino para volver a descubrir la luz poco a poco, para llegar a encontrar un equilibrio entre luz y oscuridad, que nos permitirá experimentar los colores que se encuentran entre los opuestos. La observación del cambio nos puede aportar la visión de una nueva perspectiva, y tras este proceso podemos dar un nuevo sentido a lo que vemos.

- Maya Moussa

arteterapia antroposofica