Contemplación terapéutica de las imágenes de las Madonas - Alfonso Jaquete

 
 
AAA-Madonna Sixtina Alta resolucion.jpg
 

Si no hubiera sido por los confinamientos, las restricciones de movilidad y todas las demás medidas restrictivas que hemos sufrido a causa del covid-19, en este año 2020 hubiéramos podido celebrar los 500 años de la muerte de uno de los más grandes pintores del renacimiento: Raffaelo Sanzio, también conocido como Rafael de Urbino o simplemente Rafael.

Si bien la mayor parte de su trabajo está alojado en los Museos Vaticanos ya en vida alcanzó un gran reconocimiento como pintor con sus numerosas madonas, pinturas en las que se representa a la virgen María con el Niño Jesús con una belleza, elegancia, gracia y armonía hasta entonces inalcanzables.

En la actualidad, la secuencia de las madonas compuesta por 15 imágenes, casi todas ellas de madonas de Rafael, disfruta de una reputación “Underground” cada vez más extendida y popular. A lo largo de los años más y más personas han descubierto la secuencia y la han encontrado manifiestamente sanadora, así como una rica fuente para la contemplación, alimento del alma y autocomprensión.

La serie de la Madonas es una encarnación actual de lo que una vez vivió en los antiguos Misterios (misterios egipcios de Isis), pero de una forma moderna, práctica y terapéutica. Inicialmente dicha secuencia se diseñó para su contemplación en un entorno clínico, como una forma de “terapia del alma” por parte del Dr. Peipers.

“Así como hoy tenemos escuelas y colegios, en los tiempos antiguos estaban los Misterios, instituciones donde ciencia, arte y religión no estaban separados. No se hacía distinción entre creencias y conocimiento. Tampoco había distinción entre lo que se plasmó en obras de arte y lo que se adquirió como sabiduría.” 

(Rudolf Steiner)

 
 

Estas imágenes son de origen cristiano ya que  inicialmente fueron creadas para iglesias y monasterios, muchas como retablos, donde fueron objeto de devoción, contemplación y oración. Sin embargo estas imágenes evolucionan con la humanidad y las realidades que transmiten son universales y universalmente humanas, presentes y disponibles para todos los seres humanos, independientemente de su religión o de su ausencia de ella. Es la misma evolución que podemos observar de la estatua egipcia de Isis y Horus, de los iconos bizantinos de María y Jesús a las Madonas de Rafael, la evolución de la Isis hierática y cósmica al icono sagrado y religioso y a la Madona humana y divina de Rafael.

Toda la secuencia de imágenes es adecuada para la meditación y la contemplación meditativa, terapéutica o curativa. En este sentido es una meditación a través de imágenes, al estilo del Retablo de Isenheim de Grünewald que se exponía para que los enfermos del “fuego de San Antonio” (ergotismo gangrenoso) producido por el cornezuelo del centeno, realizaran una profunda contemplación diaria como parte del proceso de curación.

La contemplación meditativa de las imágenes de las madonas tiene como pre-condición lo que podríamos llamar la “quietud de pensamiento”, es decir un estado activo-receptivo y consciente-cognitivo vacío de todo contenido (o libre de prejuicios). Es entonces cuando podemos decir que empezamos a “ver de verdad”, a ver más allà de lo ya conocido,  a ver de una forma reveladora. Con esta nueva “visión verdadera” pasamos de ver lo evidente-visible a tratar de ver lo invisible, lo que se convierte en una experiencia transformadora y esta transformación a través del ver es una acción curativa.

 
AAA-Madonna Sixtina Alta resolucion (2).jpg
AAA-Madonna Sixtina Alta resolucion (3).jpg
 

El poeta William Blake expresa estos momentos como “besar la alegría mientras vuela”.

La tarea, pues no es otra que “atrapar al pájaro al vuelo” y volar con él, esperar con el corazón y mente abiertos para ver lo que aparece y permitirse ser uno con lo que vemos aparecer. El VER deja de ser una experiencia dualista tipo sujeto-objeto para convertirse en un EVENTO (en el sentido de Owen Barfield). Hay una reunión de miradas en la que uno entra con todo su ser (cuerpo, alma y espíritu).

La imagen ya no es un QUÉ sino que ya es un CÓMO; ya no es una vista, sino una forma de ver; ya no tiene un significado fijo, sino que forma parte de un ritmo, de un patrón, de una metamorfosis.

Es una experiencia de vulnerabilidad: uno nunca “ve un ángel” sino que uno sólo tiene la experiencia de “ser visto por un ángel”.

Todo juicio se deja de lado. En el silencio interno vemos y somos vistos, sentimos lo que el otro siente como si fuera nuestro. Se disuelven nuestras armaduras y permitimos que la imagen trabaje sobre nosotros. Con el pensamiento ordinario silenciado, el juicio evitado, en las alas del sentimiento y la intuición, nuevos significados que antes no alcanzábamos a ver nos son desvelados.

La clave de la contemplación terapéutica de la secuencia de las madonas es la DEVOCIÓN y la REVERENCIA. La devoción se convierte en certeza, conocimiento y fe.  La devoción es un estado del alma de aceptación, receptividad, desconocimiento, comprensión, apertura al misterio, empatía, admiración, adoración, maravilla y rendición, afecto, dedicación, sacrificio y culto. La devoción de este tipo es la base misma del camino espiritual.  Es el primer paso y todo el camino. La REVERENCIA (orientación humilde, respetuosa y receptiva de lo que tenemos ante nosotros, que en algún sentido siempre es mayor que nosotros) une el AMOR y la DEVOCIÓN. Profundo amor y respeto.

La devoción es confiar en lo que tenemos ante nosotros, incluida la vida misma. Confianza a pesar de la evidencia en su contra. “Con absoluta confianza, sin ninguna seguridad ...”

El principio organizador de la secuencia de la Madonnas es el pentagrama.

Dice Rudolf Steiner : “El cuerpo etérico circula o fluye rítmicamente es el patrón de un “nudo sin fin” del pentagrama”.

En cada imagen la posición del niño Jesús respecto a la Virgen María va cambiando y determina la posición de la imagen dentro del pentagrama.

Rafael nació, según el biógrafo Giorgio Vasari,  el día de Viernes Santo de 1483, que fue el 28 de marzo, y murió el Viernes Santo del año 1520, que fue el día 6 de abril. Sólo tenía 37 años.

En su epitafio dice: 

"Aquí yace Rafael, quien mientras vivió hizo temer a la naturaleza ser superada por él y que, cuando murió, temió morir con él"

AAA-Madonna Sixtina Alta resolucion (9).jpg

- Alfonso Jaquete

arteterapia antroposofica